(Columna de Luis Majul en emisión La Cornisa de hoy) Atrapados en su propia red de mentiras, Alberto y Cristina tienen un problema más grave que la posible derrota electoral: cómo van a seguir gobernando durante los próximos dos años.

Revisemos, sin perder tiempo, la cronología que detonó el escándalo, para enseguida analizar lo más relevante: las razones profundas de cómo se llegó a esta crisis y el plan de la vice para seguir humillando al presidente, alimentando el fantasma de su propia caída.

Porque la foto del cumple de Fabiola es apenas la última de la cadena de mentiras del Frente de Todos.

Todo comenzó el martes 10 de agosto, en nuestro programa Voces, cuando Eduardo Feinman publicó la primera imagen de la fiesta del 14 de julio del año pasado, en plena vigencia del ASPO.

A partir de esa misma noche, los voceros de los medios hegemónicos k empezaron a decir que se trataba de una fake news.

Pero el jueves 12 de agosto, al mediodía, en Más Data, Guadalupe Vázquez mostró una foto más clara y contundente todavía.

Y en el medio del escándalo, Alberto salió a jurar por su hijo que en la quinta de Olivos no hacía reuniones sociales, sino solo de trabajo.

Casi de inmediato, ante la evidencia documental, el presidente tuvo que reconocer el hecho.

Entonces, en vez asumir su responsabilidad como jefe de Estado y dueño de casa, presentarse ante la justicia, cargó la culpa en su compañera. Y ni siquiera usó la palabra perdón.

Todavía no se había recuperado de la primera “piña” de la realidad, cuando empezó a recibir fuego amigo.

El primero fue del senador Parrilli, mayordomo político de Cristina, quien habló del presidente como si fuera su subordinado.

Casi al mismo tiempo, se conoció la carta abierta de otro incondicional de Cristina: Sergio Berni, el responsable de la vuelta del narcotráfico y la creciente inseguridad en la provincia.

¿Cómo respondió Alberto al fuego amigo?

No solo empezó a enojarse y gritar cada vez más. Además agitó el fantasma de su propia renuncia anticipada, al decir: “no me van a hacer caer”.

Y entonces apareció Cristina.

Y lo retó para que tenga y guarde.

Desde el “no tomes del pico la botella” hasta el tremendo: “no te enojes no grites y poné orden donde tengas que poner”.

Como si todo eso no hubiera sido suficiente, el portal del operador de Cristina, Roberto Navarro, publicó videos editados de la fiesta de cumpleaños. Lo mismo hizo el canal público. El argumento era arruinar la primicia a los medios críticos y así lograr un cierto control de daños. Pero la maniobra, lejos de minimizar las consecuencias del escándalo, dañó todavía más la imagen del presidente. La transformó casi en un capítulo de House of Cards. Con el agregado de la sugestiva publicación de una foto, que la propia Fabiola Yañez subió a su cuenta oficial, dando a entender que podría estar embarazada.

Mientras toda esta porquería sucedía, los periodistas y muchos usuarios de redes sociales empezaron a poner en contexto los hechos.

-La superación de la barrera de los 110 muertos contagiados de COVID, lo que nos convierte en uno de los peores países del mundo en el manejo de la pandemia.

-Los escándalos del vacunatorio VIP y los vacunados VIP, a los que el gobierno quiere tapar, como si fueran algo menor.

-El bloqueo del contrato con Pfizer, cuyos responsables directos son, además de Alberto, Cristina, Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa, un contrato que pudo haber salvado decenas de miles de vidas de argentinos.

Argentinos a quienes ni siquiera pudimos despedir como corresponde.

Ahora volvamos al principio de todo.

Al pecado original.

A la primera mentira.

A la perpetrada el sábado 18 de mayo de 2019, día del anuncio de la fórmula contra natura que todavía nos gobierna.

Un engendro político, y también en términos de conducta humana.

Nada bueno se podía esperar de este nuevo vínculo, cuando Cristina ya lo odiaba, desde hace tiempo.

Nada bueno, excepto la cuota de desprecio, ninguneo y humillación, algo que se nota a simple vista.

Nada bueno se podía esperar de este matrimonio político por conveniencia, después de que Alberto le hubiera dicho las barbaridades más horrendas: desde ezquizofrénica hasta encubridora de los asesinos del atentado contra la AMIA.

Una importante cantidad de argentinos, desencantados con Macri, quisieron creer que Alberto, Cristina y Massa volverían para ser mejores.

Para llenar la heladera y traernos, de vuelta, los asados y la felicidad.

Sin embargo, ya muchos analistas, incluidos los que simpatizaban con el Frente de Todos, están hablando del peor gobierno de la historia reciente de la Argentina.

Los datos no los estarían desmintiendo.

Te podría repetir, ahora mismo, los nuevos millones de pobres que supieron conseguir.

La abrupta devaluación de la moneda y el precio de las empresas.

Los cierres de empresas y negocios.

La pérdida de puestos de trabajo.

El peor salario promedio medido en dólares de los últimos 15 años.

La fuga de grandes empresarios y profesionales hacia al exterior.

El deseo de 8 de cada 10, de acuerdo a la última encuesta de Taquión.

Pero para que te voy a abrumar con más cifras, si hay gente, que, aunque te caiga más o menos simpática, lo explica mejor que cualquier economista o analista político.

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