(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) El tsunami que está provocando la denominada Revolución de las Mujeres juega a favor del gobierno y de Cambiemos. Como el debate atraviesa a toda la sociedad -tanto o más que la discusión por la legalización del aborto-dominará la agenda pública más allá del verano, y reducirá el alto impacto que tiene la economía para decidir el voto.

Que no se malentienda: no es que las denuncias por acoso, abuso y violación vayan a hacer desaparecer de los medios y las redes sociales asuntos como la caída del salario, el aumento de la pobreza o los graves problemas de empleo. Lo que va a suceder es que la economía dejará de ser lo único que se discuta.

En este contexto, el oficialismo lleva las de ganar. Como gobierno, tendrá la oportunidad de ofrecer algunas de las respuestas que debería brindar el Estado frente a la indefensión de miles de mujeres que hasta la semana pasada no se animaban a denunciar el calvario que habían sufrido.

Y como fuerza partidaria relativamente nueva, o relativamente más moderna que el peronismo en todas sus variantes, debería reaccionar con mayor plasticidad para comprender que conceptos como patriarcado, machirulo y sororidad no son solo eslóganes feministas de ocasión, sino parte de una transformación más profunda que se está dando ahora mismo.

Entre las figuras del Gobierno o vinculadas al oficialismo que más sustanciadas parecen con las nuevas políticas de género están el jefe de gabinete, Marcos Peña y el consultor Jaime Durán Barba. Siempre inquietos por cómo se está moviendo la opinión pública en la Argentina y en el mundo, hace tiempo que le hicieron entender al Presidente que los machos no ganan más elecciones y que los gobiernos que no incluyen en su agenda las demandas genuinas y específicas de las mujeres van a ser rechazados por una buena parte de la mitad del electorado.

El riesgo que corren Cambiemos y el Poder Ejecutivo es sobreactuar el marketing político. Pecar de oportunismo pero postergar o demorar las decisiones políticas de fondo.

La ventaja es que el peronismo en todas sus variantes, tiene un ADN machista mucho más profundo y arraigado que otras organizaciones. Desde su ala más moderada hasta los chicos grandes y prepotentes de La Cámpora, algunos de cuyos jefes ya fueron acusados de manera contundente y muy creíble por acoso, por abuso y en algún caso, también, por violación.

Como la Revolución de las Mujeres no es una bandera a la que un partido o una figura política se puedan colgar, a fuerza de puro relato, el electorado tendrá un menú de opciones verdadero, ajeno al marketing político y las promesas por cumplir.