(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infbae) "Qué tiene que ver el Espíritu Santo con Hugo Moyano". Así termina el mejor análisis que leí hasta ahora sobre el escandaloso encuentro del sábado en Luján, entre los curas de la jerarquía eclesiástica y los dirigentes sociales, encabezados por el jefe del sindicato de los camioneros y su hijo Pablo, ambos investigados por causas vinculadas a la corrupción.

Lo escribió el ensayista y profesor de Historia de la Universidad de Bolonia, Loris Zannata, para La Nación. Zanatta descuenta que Jorge Bergoglio, el Papa, sabía de la convocatoria. Y si se lo lee con detenimiento, parece sospechar que la alentó. O para decirlo en forma más directa: que la movida forma parte de la carga del Papa contra el gobierno de Mauricio Macri.

Zanatta recuerda que Bergoglio no ganó ninguna elección popular. Que su mirada sobre los más pobres no tiene rigor científico y está construida desde un pedestal. Que la correcta lectura del Evangelio no incluye una receta sobre el modelo económico. Que la proclamación de la sensibilidad social no es un programa para gobernar. Y que la Argentina, más que una iglesia pobre, necesita una iglesia humilde.

Sostiene Zanatta que solo "con predicar la legalidad y la consolidación institucional sería de gran ayuda para el país".

Zanatta no cuestiona a Francisco y la cúpula de la iglesia argentina su derecho a opinar. Sí rechaza lo que considera una "ofensiva política".

El profesor afirma que las acciones y las palabras de la Iglesia "de estos días causarían un enorme escándalo en cualquier lugar".

Después se pregunta si es prudente y útil para la Argentina.

Y enseguida se contesta: "Será que huele la sangre: olfatea la debilidad del gobierno, quiere cobrar el triunfo sobre el aborto, especula sobre la crisis económica cuyas raíces profundas finge no conocer".

El ensayista luego se detiene en la foto de los dirigentes alineados frente a la Basílica de Luján. Dice que la imagen "permanecerá en los anales. Un poco como la del Papa al lado de Nicolás Maduro: alguien deseará algún día olvidarla".

Ayer Julio Bárbaro dijo que estaba seguro de que el Papa no había bendecido semejante rejunte. Que Francisco no puede andar desmintiendo cada cosa que se dice o se hace en nombre de él. Sin embargo, es tan fuerte la ola de repudio que sigue generando la increíble convocatoria del sábado que esta vez sí, por una vez, merecería una desmentida oficial.

Zanatta acepta que la iglesia no es una multinacional. Que solo la vigila, en el imaginario colectivo de los fieles, el Espíritu Santo. Y después remata: "Pero incluso los más fieles se habrán preguntado qué tiene que ver el Espíritu Santo con Hugo Moyano". Amén.